Ya no puedo hacer
nada, ahora no, no es el momento. Tampoco lo hice antes, dejé pasar los días,
como si no hubiera nada que perder, como si lo que más añoraría después no
estuviera en juego. Me dediqué a soñar, a imaginar lo que no era capaz de
conseguir, o mejor, lo que pensé que no estaría a mi alcance. Cuando me di
cuenta de su proximidad ya era tarde, otra vez había vuelto a perder la partida
…