sábado, 10 de enero de 2015

-          Dime, ¿qué ves ahí?

-          ¿Dónde?

-          Ahí, a tu alrededor.

-          ¿A mi alrededor? No sé, apenas veo nada. Tan sólo una tenue luz. Veo el reflejo de lo que podría ser un hogar, pero le falta algo…

-          ¿Y qué es ese algo?

-         No sabría explicártelo muy bien. Se trata de un hogar en el que los días se detienen. Es como si el tiempo quedase atrapado entre unos barrotes, como si se tratase de una celda y, durante ese encarcelamiento, todo es oscuro, los segundos se mueven despacio y cada uno es similar al anterior. Veo soledad, oscuridad, frío, …

-          ¿Es siempre así?

-   No, hay momentos en los que todo cambia y ese hogar ya no es el mismo. Hay momentos de intensa luz, como si los rayos del sol emergieran de sus propias paredes, de felicidad, de alegría, … momentos en los que cada rincón parece tener vida. Pero son tan efímeros, tan fugaces, que apenas puedes saborearlos y cada día que pasa, la agonía es mayor, de tal forma que tu ansia por vivirlos se hace aún menos llevadera …

-          ¿Sabes una cosa? Creo que necesitas salir de ahí …

-          Sí, yo también lo creo …