lunes, 20 de febrero de 2012

Un golpe en la cabeza. La sangre se deslizaba entre mis dedos. Agua cristalina y fría, como mil puñales clavándose en mis manos. Limpié la herida. Entre las hierbas bajaba silenciosa, transparente y fría, curó mi herida. Te sentía cerca, estabas allí, no sé dónde, pero estabas, tú también, curando tus heridas …

jueves, 9 de febrero de 2012

Pequeñas franjas de luz se colaban entre los troncos de los álamos. Levanté la mirada del libro, era finales de verano. Dejé mis chanclas a un lado y fui descalza hasta los escalones del porche. La madera del suelo crujió a mi paso. El día no había sido demasiado caluroso. Me gustaban aquellas tardes, sentada al sol leyendo miles de historias, soñando con ellas. Siempre imaginaba que algún día yo podría contarlas, me veía perdida en esos bosques, mojando mis pies en esos lagos de agua cristalina, … Muchos decían que me perdía en los paisajes, que idealizaba cada situación y otorgaba belleza a lo que no lo tenía. Me senté en el suelo. El azul del cielo se mezclaba con el naranja de las nubes. Mi vista se perdió en el horizonte, mi cuerpo fue relajándose poco a poco. Por un momento olvidé dónde estaba y qué me rodeaba. Necesitaba alejarme de todo. Mi pecho ascendía y descendía de forma rítmica y tranquila. Cerré los ojos suavemente. Empecé a escuchar acordes, a dibujar figuras en mi mente. Me invadió una tranquilidad que hacía tiempo no sentía. Atrás quedaba el incesante correr del reloj, sus ojos, sus gestos, … 
Una ráfaga de viento cerró mi libro de golpe, abrí los ojos sobresaltada, el sol ya se había escondido y empezaba a refrescar. Me levanté, recogí todo y volví a casa.