sábado, 31 de marzo de 2012

Los rayos de luz comenzaban a reptar, como serpientes perezosas, por las paredes húmedas de la habitación. De la silla colgaba la chaqueta roja.
La cama estaba revuelta, entre las sábanas se escondían los susurros de un sueño. Pasos perdidos en callejones pedregosos, voces ahogadas gritando tu nombre.
El aroma del café se mezclaba con los acordes de un disco girando en el salón. La madera de los ventanales crujía con cada soplo de aire.   
Tus zapatos escondidos bajo la mesa. 
Los engranajes del reloj lamiendo la última gota de energía.   
Otra rosa marchita en el jarrón ...

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