martes, 19 de julio de 2011

Entré en aquella cafetería, fuera nevaba y hacía un frío espantoso. Me senté en una mesa pequeña que había en un rincón, justo al lado de la cristalera. Mis pies estaban mojados y notaba mi cuerpo rígido como una barra de hierro. Poco a poco me fui despojando de mi abrigo, mis guantes, mi bufanda … Pedí un té, necesitaba algo que me hiciera entrar en calor. Mientras, me dediqué a observar a la gente, unos hablaban, otros fumaban a la vez que leían el periódico, había algunos que, incluso, miraban la televisión. Tantas historias escondidas detrás de aquellas personas, tantas vidas desconocidas … Traté de imaginarme a qué se dedicaban cada uno de ellos, qué les gustaba hacer y qué no, qué conversaban y cuáles eran sus intenciones. Pude ver algún que otro coqueteo, caras de sorpresa, de aburrimiento, … Poco a poco mi cuerpo se iba calentando y la taza de té estaba cada vez más vacía. Miré a través de la ventana, no tenía ninguna gana de volver a la calle, me gustaba estar allí, rodeada de esas personas extrañas a las que yo había metido en una vida que probablemente no les correspondía, pero que habían conseguido acompañarme en aquella tarde gris. Las agujas del reloj giraban rápidamente, recogí mi carpeta y mi ropa, era hora de salir de allí.

lunes, 11 de julio de 2011

Aquella noche la luna brillaba más que nunca o, al menos, a mí me lo parecía. Bajé las escaleras y me senté en mitad del patio, al lado de la fuente. Escuché el agua resbalar sobre las piedras, el intenso olor a azahar colándose en mis pulmones … Una sombra se ocultó tras el árbol. Sí, eras tú, o quizás tan sólo un espectro de lo que algún día fuiste ... Pero esta vez no te busqué, no moví ni un solo dedo, no quería hacerlo, había conseguido sacarte de mi vida …  

miércoles, 6 de julio de 2011

A la derecha, todo recto, ahora a la izquierda, otra vez a la derecha … recorrí el interminable pasillo que nos separaba como alma llevada por el diablo, sin descanso. El sol brillaba a través de las ventanas aquel seis de febrero. Reconocí tu carita entre decenas de ellas, era la primera vez que te veía, pero parecías haber formado parte de mi vida desde siempre. Sonreíste a través del cristal y me estremecí, al fin habías llegado …  

sábado, 2 de julio de 2011

 Dos camas, un balcón y una farola de luz anaranjada. Una brisa de aire meciendo la cortina, las inquietas manecillas de un reloj y el sonido de las campanas de una iglesia … Vuelven los recuerdos a colarse en mi cabeza, los olores, la humedad de las calles, aquel vestido verde que cosiste con mimo, el lazo en el pelo, … Pero tú no estás, tú ya no estás entre nosotros …